sábado, 21 de marzo de 2020

Pregúntale al polvo / John Fante


De alguna manera muchos hemos sido Arturo Bandini, yo aún lo sigo siendo, como sigo siendo "Nadie", Toni Manero, Sancho, Carlitos, Ana, Polifemo, Susana, el capitán Nemo, La Gorgona, Belascoarán o Remedios, por decir los menos. Un día bastó para dar cuenta de Pregúntale al polvo... al polvo sobre la máquina de escribir, sobre los pocos muebles del reducido bunker, al polvo después del terremoto sucedido en Long Beach, pero sobre todo al polvo de la memoria, donde nos hallamos de pronto inmersos en la novela de John Fante.


Yo también fui ese que destruía con una mano lo que construía con la otra, el que antes de los 18 y con un terremoto a cuestas, mandaba cuentos y poesía a revistas nacionales, escribía canciones que no cantaría nadie, comiendo mangos derribados por el viento. Yo, el candidato a proscrito, lector y cocalero amateur entrampado en mis pocas palabras, trabajando a destajo en el día, saliendo por la tarde a reunirme con los amigos del barrio, soñando con triunfar algún día en la música, en la literatura o en los deportes mientras soplábamos vidrio, distraídos.


Dice la contraportada: Los Ángeles en la década de los treinta. Instalado en un sórdido hotel en los barrios marginales de la gran ciudad, el joven aprendiz de escritor Arturo Bandini lucha por la dura supervivencia diaria, mientras sueña con el triunfo artístico y económico tras haber conseguido publicar un relato en una pequeña revista. Guiado por su mentor y editor J.C. Hackmuth (inspirado en H.L. Mencken), Arturo proclama a quien quiera escucharle que es un genio de las letras, mientras se enfrenta a una compleja relación amorosa con Camilla, una chica mexicana que trabaja como camarera. Incapaz de mostrarle sus auténticos sentimientos, Arturo se ve abocado a una destructiva relación de amor-odio, mientras sigue soñando con alcanzar la gloria. Novela de supervivientes urbanos que entusiasmó a Bukowski.

John Fante

John Fante fue un escritor estadounidense. Nacido en una familia humilde de origen italiano, estudió en la Universidad de Colorado y se mudó a California, donde ambientó la mayoría de sus novelas. Son constantes de sus obras: la pobreza, el catolicismo en relación a la comunidad italoamericana y la incomunicación en la familia o en la pareja. Su trabajo más conocido es Ask the Dust (1939), una novela semiautobigráfica acerca de la vida en Los Angeles, California, la segunda de una serie de cuatro novelas, ahora conocidas como "la saga de Arturo Bandini". Trabajó como guionista en Hollywood y dedicó su vida a la literatura, aunque sólo alcanzó el pleno reconocimiento de la crítica y del público después de su muerte. Aunque se considera a Charles Bukowski como el máximo representante del "realismo sucio", éste ha reconocido que en realidad se inspiró en John Fante, afirmando que él era uno de sus principales autores de referencia. En los últimos tiempos, y gracias también a Bukowski y a John Martin, editor de ambos, la obra de Fante ha sido reeditada y divulgada.

sábado, 14 de marzo de 2020

¡Leer para la vida! / Escuela Normal del Estado / CCCJS


Luego de la instrucción de la Directora General del Coneculta Chiapas, Victoria Cecilia Flores Pérez, de continuar de manera regular con las actividades de fomento a la lectura y la escritura, atendimos nuevamente la invitación de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas, dirigida por mi querido amigo y maestro Ramón Martínez Mancilla, para compartir experiencias sobre la lectura y la escritura.


Un día antes de finalizar el mes de febrero atendimos a una treintena de estudiantes de la Escuela Normal del Estado (turno vespertino), inaugurando así las actividades de fomento lectoescritor para este 2020 en la Biblioteca Pública Central del Estado, en el Centro Cultural de Chiapas Jaime Sabines (5 de Mayo) que se suma a las actividades que el Consejo Estatal de Fomento a la Lectura y Creación Literaria articula para este año.


Atendiendo también la nueva encomienda del Director de Promoción Cultural del Coneculta, Óscar León Ramírez, sobre la articulación de la Estrategia Nacional de Lectura con las actividades del área de literatura y premios literarios del Consejo, nos encontramos con otra treintena de alumnos de la Escuela Normal del Estado para compartir, durante dos días, algunas de las muchas actividades que existen sobre fomento a la lectura.


Nos dio la bienvenida nuestro querido amigo Ramón Preocupón, quien nos contó a vuelo de pájaro (benditas metáforas) el propósito de las actividades de esos dos días, además de las bondades de una biblioteca y su valor como espacio para la reflexión, el debate y el intercambio de ideas, acciones necesarias para el crecimiento del capital cultural de cada uno de nosotros y, por añadidura, de nuestra memoria histórica y cultural.


Sin más preámbulos comenzamos compartiendo con las compañeros y los compañeras (;-)) los muchos personajes y las muchas historias que nos habitan, realizando luego un "mondongo oral" (se lee raro, lo sé, pero ni lo es tanto cuando se lleva a cabo, hasta podría decir que es divertido) actividad que mi cunca Julissa comparte cada vez que hacemos mediación en otros municipios, y que le he tomado de manera impune como preámbulo al mondongo escrito.


Como era de esperarse hubo cierta resistencia a la dinámica y no por disgusto, sino porque comenzaba a parecer divertido a nuestras costillas. ¿Qué expectativas tenían sobre el fomento a la lectura? ¿Qué, sobre el fomento a la escritura? Con 27 letras, cinco vocales y veintidós consonantes nombramos lo que nos rodea, construimos puentes con palabras y ocupamos un lugar en el tiempo y el espacio. ¡Cada cabeza es un mundo! (benditas analogías)  


Todos somos lectores en el entendido de que leemos con los cinco sentidos. Nombramos e intervenimos nuestro contexto de acuerdo al capital cultural con el que contamos, con el que nos movemos en el mundo de las ideas, del pensamiento. Hablamos antes de escribir. ¿Pensamos antes de hablar? O como dice Oscar de la Borbolla, ¿admitimos la tranquilizadora idea de que todos pensamos, por el simple hecho de pertenecer a la especie humana?


Las ideas que construyen pensamientos se articulan con palabras. No hay mejor continente que ellas. Borges, en el inicio de El Golem, dice:

Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Sin duda leer es el camino que nos lleva a la significación y resignificación de nuestro capital cultural, porque si bien se lee con los cinco sentidos, un libro es el vehículo para potenciarlos. 



¿Cómo se transita de la lectura útil a la lectura voluntaria? A través de la curiosidad, del gusto personal, a través de la imitación o recomendación de otros. De ahí que nos diéramos a la tarea de elegir un título de la colección Vientos del Pueblo (FCE) partiendo del gusto o lo atractivo que le resultara a cada uno. Después nos "emparejamos" y comenzamos a recomendarnos las lecturas elegidas. 


Nos enteramos de una  mujer con cinco maridos, de un pueblo pidiendo permiso para hacer justicia, de una mujer decidida a no quedarse "para vestir santos", de hombres venidos desde áfrica para seguir siendo esclavos, de crucigramas y amores aéreos. Historias que dieron pie a otras historias alternas, propias de la experiencia de cada uno, sumando información que de alguna manera hacían más interesante las posibles lecturas a detalle.


Los que estamos en esto del fomento saltamos al vacío a la menor provocación, y esa mañana lo hicimos con la recomendación de Las batallas en el desierto, novela corta de José Emilio Pacheco. Guitarra en mano les gorgorié "Las batallas" de Café Tacuba, y después les conté sobre la película "Mariana Mariana", luego sobre Carlos, Jim, los amores de escuela, "platónicos", para terminar platicando sobre el "primer beso".


Ojalá y más de uno se haya interesado en leer a José Emilio Pacheco, ya sea en canción, en película o en libros, que al final de cuentas esos caminos llevan a un mismo lugar. Decíamos que en el mundo de las ideas es fundamental la imaginación. ¿Cómo nacen las historias? Recurrimos a las nubes, que tantas formas nos han regalado, y que una misma nube ha sido barco, espada, diamante o cucurucho.


Y es que hay muchas maneras de ver una misma forma, y en las nubes está el mejor de los ejemplos. "Uno ve lo que quiere (o puede) ver". O dicho de manera más filosófica, "el hombre es la medida de todas las cosas". ¿Y de qué depende? ¡Del capital cultural! Hace poco le escribí a mi hijo una carta con "migajas" de historia vinculadas a una pregunta "tramposa": ¿la izquierda o derecha? Si les interesa saber de qué se trata, LEAN ACÁ.


La imaginación es el motor que mueve a las historias. Partimos de nubes personales para construir cuentos que se destacaron no sólo por lo elaborados, sino por la capacidad de improvisación y disposición de las y los estudiantes que, hemos de confesarlo, nos emocionaron mucho a Ramón Preocupón, a Liz, a Hervin, a YoMeroMaromero, y estoy seguro de que también a la maestra Silvia, nuestra cómplice de la Escuela Normal y principal entusiasta del fomento lectoescritor en sus alumnos.


Subieron, bajaron, apagaron luces, las encendieron total o parcialmente, improvisaron un teatrino y se apropiaron de los personajes, dotándolos de personalidad y voz propias. ¡No todo está perdido! Estoy seguro de que si hubieran estado niñas y niños lo hubieran disfrutado tanto como nosotros, espectadores y actores, porque ellas y ellos también se divirtieron, y mucho. Entonces... ¿Cómo nacen los cuentos? 


Respetamos y mucho a quienes nos hablan de "estrategias innovadoras" para hacer fomento a la lectura, pero hasta hoy no existe idea más innovadora que la palabra misma, la oralidad, la convivencia, el vernos y reconocernos en el otro (bendita otredad) sin prejuicios, reinventarnos, pero sobre todo jugar, divertirnos, "educarnos" primero antes de estudiar maneras más elaboradas de abordar temas que nos animen a arriesgar nuestro capital cultural.


Al día siguiente nos encontramos de nuevo. Ramón Preocupón y YoMeroMaromero iniciamos una charla con quienes iban llegando, queriendo saber más sobre ellas y ellos. Se reconocieron no lectores voluntarios, más bien escolares. Preguntamos si la profesión de maestro había sido su primera opción. La mayoría dijo que no. Antes habían deseado ser enfermera/os, doctora/es, ingeniera/os, química/os, bióloga/s, fisioterapeutas, o "abogades", entre otras profesiones.


¿Y por qué no estudiaron lo que habían deseado? Las respuestas se reducen a una sola: "porque mi mamá / papá no quiso". ¿Y cuáles habían sido los argumentos de madres y padres? Mejor ni les digo, porque más que argumentos fueron pretextos. Quizá las palabras del poeta libanés Yibrán Jalil Yibrán, nos den una idea: Los hijos no son nuestros, son de la vida... aunque estén contigo no te pertenecen... La madre o el padre es el arco, y una hija o hijo la flecha.


Sin embargo, y contrario a lo que pudiera pensarse, ellas y ellos no guardan ningún resentimiento, porque han visto en la docencia la oportunidad de realizar, de alguna manera, parte de sus anhelos profesionales. Y eso esta bien, pero sin duda pudo estar mejor. Para sumar a su formación, les presentamos el libro Nadie te creería, "caballito de batalla" de este su humilde chicharrón, un regalo que cambió mi vida.


Abrimos la segunda tanda con el cuento "Uh qué lino", del genial Luis María Pescetti, autor del libro. Es una lectura que mueve a la ternura (que bastante falta nos hace) y que fue leído de manera divertida por dos compañeros asistentes. Después les conté de la gratificante experiencia que hemos vivido en la Casa de las Artes Corazón Borraz, leyendo a niñas y niños "Un cuento de amor y amistad", donde lo que más abunda es la caca.


Volvimos de nuevo a la carga con el asunto de la "didáctica literaria". No es lo mismo estudiar literatura que tener una educación literaria, así como no es lo mismo estudiar música que tener una educación musical (y así hasta el finito). Decidimos ponerlo en práctica preguntando qué les decía la frase "No oyes ladrar los perros". De treinta una dijo que le refería a un cuento, pero no recordaba de quién. Pues nada más y nada menos que de Juan Rulfo.


Decidimos leerles el cuento que forma parte del libro El llano en llamas, escrito en 1953, y para tal fin invité a mis amigos y compañeros de trabajo Aarón y José Luis. Les pedimos cerraran los ojos para que "pudieran ver" la historia. Al finalizar intercambiamos impresiones partiendo de la pregunta mágica: "¿Les gustó?" Después comenzamos a contar lo "visto" y a vincularlo con experiencias propias tanto de paisajes como de personajes. 

Así como hay padres que harían casi cualquier sacrificio por sus hijos, existen hijos que harían casi cualquier sacrificio por sus padres (por ejemplo, no estudiar la profesión que más te gusta o atrae), o bien lo que mencionó mi amigo Aarón, de que uno está predispuesto y completa sentimientos o sensaciones a través de palabras clave (recordemos lo dicho por Borges líneas arriba) que van haciendo empatía entre los que se asoman a un cuento como el de esa mañana.


Próximos al epílogo de la jornada, destacamos otra parte importante del fomento, la escritura. Para eso le teníamos preparado al grupo un reto, lo que no sabíamos era que no sólo resolvería dicha afrenta textual, sino que la rebasaría, cosa que nos volvió a emocionar y a demostrar que no todo está perdido, que leer (y escribir) es el camino. ¿El reto? Una oración con un mínimo de trece letras (para estar a la altura de ese viernes trece).


No sólo lograron varios de ellos cumplir con el mínimo de trece letras, hubo los que construyeron oraciones de catorce y hasta de quince letras, sin repetir ninguna consonante ni vocal, conservando el sentido de la oración elaborada. A cada uno de los que lograron elaborar con éxito sus oraciones, se les regalaron libros. Cabe decir que durante los dos días se les obsequiaron revistas de ciencia y literatura.


Y llegó la hora del Mondongo, el broche de lo que dio inicio a la jornada el jueves que nos conocimos. ¿Y para qué sirve el Mondongo. Bueno, desde el punto de vista gastronómico, para degustar un delicioso platillo de tripas y panza de res. Pero el que hicimos ayer fue de tripas de palabras que nos enseñaron a más de uno cómo escribir de manera correcta. Sí, nuestro mondongo sirve para reconocer ortografía.


Qué correcto se lee eso, es verdad, pero también es verdad que nosotros armamos un desmadre organizado, un caos ordenado, un relajo que tiene toda la seriedad de la gramática en el medio de risas y asombros, pretextos y argumentos, que hace de nuestro mondongo una verdadera fiesta. Estoy seguro que más de una/o nunca olvidará cómo se escribe la palabra que los hizo fallar en la dinámica. ¡Estuvo aguerrido!


Antes de despedirme, quiero mencionar la presencia de mi querido padrino Juventino Sánchez Vera, de Tifón Editorial, quien llegó a entregarme un mi librito que desde un principio fue necio en elegir su título. Habló de la importancia de leer y de alguna manera abonó a las actividades realizadas con el grupo. Aclaro que yo no escribo para que me publiquen, escribo para que mis amigos me quieran más. 


La jornada finalizó con la reflexión de lo sucedido esos dos días, y el grupo nos compartió que en un principio creyeron sería otra clase aburrida de español o literatura... o redacción, que no querían llegar pero lo hicieron por la constancia que se les entregaría. Al final resultó toda una aventura para el grupo. Nos aplaudimos, nos reconocimos en el otro y creemos cambiamos el concepto de fomento a la lectura en ellas y ellos, una generación que logrará ese cambio tan anhelado en el país. Estoy seguro.
  

Esta es la segunda tanda de muchas que tendremos en el año. Confiamos en dar seguimiento a los talleres de fomento realizado con la Escuela Normal del Estado, a través de los profesores interesados en que sus alumnos tengan esa disposición (además de estrategias) para el fomento a la lectura y la escritura cuando les toque la hora de estar frente a sus alumnos. Leer es el camino, no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo.


Las fotografías que engalanan esta entrada (y otras más que pueden ver al final del párrafo) son cortesía de Hervin, Ramón, YoMeroMaromero y la profesora Silvia, a quien le agradezco mucho su disposición e iniciativa, pero sobre todo su visión. Compartimos la misma certeza y sabemos también de que no sólo se lee para disfrute personal, se lee para la vida... A cada uno de los asistentes los llevo desde ahora en mi corazón, y son parte de mi historia... Por mejores lectores y escritores.













lunes, 2 de marzo de 2020

Las mujeres son seres humanos / Laura Lecuona




Regreso con otro título de la colección Caja Chica, de la Dirección General de Publicaciones, editado en septiembre del 2016. En esta ocasión con el ensayo Las mujeres son seres humanos, escrito por Laura Lecuona, texto dirigido a las y los jóvenes. 

Es cierto que el desprecio a las mujeres se manifiesta a todas horas, es cierto también de que es consecuencia del machismo sociocultural que existe en México. También es cierto de que ignoramos (mujeres y hombres en general) lo que significa el FEMINISMO.


Me dispuse a realizar mi "Encuesta Montañowsky", preguntando a mujeres y hombres el significado de la palabra Feminismo. Las respuestas fueron en muchas direcciones, algunas con calificativos extravagantes. Lo cierto es que casi nadie tiene clara la respuesta. 

Si bien el feminismo se opone a la desigualdad social entre hombres y mujeres, también busca una reacción de la sociedad en general contra la violencia de género que se vive en nuestro país. 

Leer es el camino, sin duda.


Dice la contraportada: Nacemos niño o niña. Vamos a un baño con una figurita con falda o una con pantalones. Nos disfrazamos de vaqueros o de princesas. Parece ser muy sencillo, cosa de ser de un modo o de otro, pero con sólo rascarle un poquito resulta que el tema es mucho más que eso, y que está lleno de opiniones vociferantes a favor y en contra. ¿Pero a favor y en contra de qué? ¿Qué son el sexo y el género? ¿Hay más de un sexo o de un género, y si es así, quién lo impone o cómo es que lo descubrimos y lo decidimos en nosotros y en los demás? Si la cultura es la que nos dice cómo tenemos que ser, ¿cómo es que hay gente que decide cambiar de género o casarse con personas de su sexo? No es un tema fácil pero sí apasionante, y este es un buen punto de partida.

Laura Lecuona
Laura Lecuona al final no fue astronauta ni veterinaria de tigres y caballos, sino que estudió Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México y un máster de Literatura Infantil y Juvenil en la Universidad Autónoma de Barcelona. Toda su vida profesional se ha desempeñado en el mundo de los libros (por lo visto nació para eso). Después de casi veinte años de trabajar dentro de editoriales, ahora colabora de manera independiente, como traductora, editora y correctora de estilo, con distintas empresas e instituciones. Eso, en teoría, le deja más tiempo para sus aficiones, entre ellas la fotografía  el canto (formar parte de un coro es uno de sus sueños aún no cumplidos, pero en ésas anda). Una vez por semana va a escuelas públicas a leerles en voz alta a los niños, y ha descubierto que es la mejor terapia. Tiene dos sobrinas, a las que este libro está dedicado: Úrsula, su lectora implícita de hoy, y Tenar, su lectora implícita de mañana.